Modo de acción de la terapia de orina o ayuno de orina
General
En el contexto de la Terapia de Orina, utilizamos como sinónimos los términos “terapia de orina” y “ayuno de orina”.
El ayuno de orina tiene por base un ayuno parcial, durante el cual no se ingiere bebida o alimento alguno que no sea nuestra propia orina (o la de otra persona, en su caso) y agua, según necesidades.
En la terapia de orina tiene lugar la acción sinérgica de la orina combinada con el ayuno.
Parámetros
Para poder referirnos y describir una “terapia de orina estándar” tienen que darse necesariamente y de modo simultáneo, las siguientes 4 condiciones:
- Ingestión por la boca y por la piel de toda nuestra orina;
- Ingestión de agua, según necesidad;
- Estado de tranquilidad y reposo.
- Terapia aplicada a un enfermo con una enfermedad grave como el cáncer.
Elementos constitutivos
La orina ingerida por la boca y por la piel, aporta al torrente sanguíneo los elementos básicos “pre-digeridos” constitutivos de las proteínas, tales como péptidos y aminoácidos, de manera que puedan aplicarse a la recomposición y regeneración de los órganos y tejidos devastados por la enfermedad.
Los tejidos cancerosos o enfermos que se van destruyendo por la enfermedad, son excretados por la orina metabolizados en sus elementos constitutivos (péptidos, aminoácidos y compuestos nitrogenados simples). Dichos elementos procedentes de tejidos cancerosos o enfermos, no quedan marcados como elementos “cancerosos“ o “enfermos” sino que pasan a ser unos “ladrillos “ más, junto a otros “ladrillos” o compuestos procedentes del metabolismo proteico, que podrán ser utilizados precisamente para reconstrucción y regeneración de esos mismos tejidos cancerosos devastados por la enfermedad.
Durante el ayuno de orina, nuestro único órgano excretor es el sistema urinario. Por la orina expulsamos al exterior los “desechos” metabólicos que se producen como consecuencia de los procesos vitales normales más los desechos de los procesos degenerativos y destructivos de la enfermedad.
Composición de la orina
La orina, al ser un ultra filtrado de sangre (filtrado del plasma sanguíneo), contiene todas las sales minerales, compuestos y nutrientes propios del plasma sanguíneo. Cada vez que orinamos, por lo tanto, perdemos una proporción de dichos elementos y compuestos.
En un ayuno estricto, sin ingestión de alimentos (ni orina, naturalmente), las substancias que perdemos a través de la orina no son repuestas, por lo que vamos perdiendo substancias vitales.
¿Por qué entonces tenemos al ayuno estricto, sin ingestión de alimentos, como un agente terapéutico de primer orden cuando lo que está ocurriendo a lo largo del mismo es una pérdida constante de compuestos vitales a través de la orina?
La razón es que el organismo enfermo por un lado requiere descanso, cuando más completo mejor. Al mismo tiempo, y por otro lado, el ayuno procura un descanso adicional a al estado de reposo que normalmente se adopta estando enfermos.
Gracias a iniciarse un “descanso de ayuno” nuestro organismo entra automáticamente en “modo regenerativo y curativo”, centrándose en la auto-curación, sin que se distraiga ninguna energía en los procesos digestivos que supondrían la ingestión de alimentos.
Comparado el modo de acción del ayuno simple, propiamente dicho, con el modo de acción del “ayuno de orina”, el modo de acción del ayuno estricto es “pasivo”, no se reponen las pérdidas producidas a través de la orina ni se estimula la curación del organismo desde aportaciones de agentes terapéuticos externos.
No obstante, como decimos, el ayuno supone un completo descanso fisiológico para el organismo lo que le permite centrarse en los mecanismos de auto-regeneración y auto-reparación del mismo.
Como contraste, el modo de acción de la terapia de orina es eminentemente activo. La orina aporta al torrente sanguíneo todos las substancias propias del plasma sanguíneo. Alguna de las substancias aportadas por la orina, como las células madre, buscan y se dirigen activamente los tejidos enfermos, no sólo para regenerarlos, sino que además estimulan específicamente la auto-curación de los propios tejidos enfermos.
En la terapia de orina, debido a que estamos bajo régimen estricto de ayuno parcial, la orina aporta cada vez muy pequeñas cantidades de nutrientes. Por dicho motivo, las aportaciones de la orina a través de la boca y de la piel, tienen que llevarse a cabo de modo constante, diariamente, varias veces al día, durante al menos un mes (periodo mínimo que recomiendo independientemente de que percibamos que la curación se ha producido mucho antes).
En suma, al ingerir la totalidad de la orina que excretamos por la uretra reponemos todas las substancias excretadas sin que tenga lugar pérdida alguna de substancias vitales.
En los comienzos de un ayuno, los gastos de energía para mantenimiento de las funciones vitales son cubiertos por nuestras reservas de glúcidos (azucares en forma de glucógeno) y lípidos (grasas). Al principio de un ayuno (tanto en el ayuno simple como en el ayuno de orina) el cuerpo procura no utilizar las proteínas (músculos, tejidos) como fuente de energía. No obstante incluso en los comienzos de un ayuno tiene lugar un cierto consumo de proteínas ya que son necesarias para que puedan llevarse a cabo los procesos vitales. Dicho pequeño consumo proteico del “metabolismo basal” se suma por lo tanto, en el ayuno de orina, al desgaste patológico de tejidos descrito arriba.
La vejiga de la orina en la formación de la orina
La clave para entender el modo de acción de la terapia de orina lo tenemos en la vejiga urinaria y en el papel que juega en la elaboración de la “orina final”. A efectos de la terapia de orina, y en realidad también a los efectos de la medicina convencional, es un grave error, con consecuencias prácticas, el pensar que únicamente los riñones son responsables de la elaboración de la orina. La orina que es excretada por la uretra no ha sido elaborada únicamente por los riñones, sino que en su elaboración interviene de forma decisiva la vejiga de la orina.
A los efectos de la terapia de orina, la avejiga urinaria se comporta como un órgano que está “fuera del cuerpo”. De manera similar se puede considerar que están fuera del cuerpo ciertas aperturas del mismo, tales como nariz, la boca o colón.
La orina, antes de producirse la micción voluntaria, se almacenada en la vejiga, donde tiene lugar una profunda transformación de la misma.
La vejiga de la orina a través de la uretra está muy expuesta a todo tipo de microorganismos patógenos procedentes del mundo exterior, muy especialmente, por su proximidad al tubo digestivo, la vejiga es muy propensa a infecciones por Escherichia Coli.
La vejiga urinaria ha adquirido evolutivamente unas defensas muy especiales para que las posibles infecciones por agentes patógenos procedentes del mundo exterior no atraviesen la pared de la vejiga y no alcancen al resto del sistema urinario.
Efectivamente, el epitelio que recubre la vejiga urinaria constituye una barrera formidable que impide, por una variedad de mecanismos, el paso de prácticamente cualquier tipo de invasión por parte de microorganismos patógenos.
Entre otros mecanismos de defensa de la vejiga tenemos el epitelio de la vejiga. El epitelio de la vejiga produce un moco que impide a los microorganismos asentarse en dicho epitelio y poder posteriormente poder atravesarlo e infectar el resto del sistema urinario.
La orina se almacena en la vejiga hasta que orinamos. Una vez llevada a cabo la micción, siempre queda algo de orina retenida en la vejiga. Dicho remanente tiene un permanente grado de fermentación. Fermentación no patológica a través de la microbiota normal de la vejiga, y fermentación patológica por parte de microorganismos patógenos que pueden llegar y permanecer en la vejiga pero sin haber podido atravesar la barrera que supone el epitelio de la vejiga.
La orina, mal llamada “final” por la medicina convencional, que llega a la vejiga a través de los uréteres, entra inmediatamente en contacto con la orina residual retenida, que actúa como fermento de la nueva fresca que llega.
Es fácil ver el sentido que tiene, respecto a la terapia de orina, el distinguir como “orina final”, la orina que se termina de elaborar en la vejiga antes de ser excretada por la uretra, distinguirla, digo, de la orina que fresca que llega a la vejiga a través de los uréteres, la cual no es impropio denominarla “orina final”.
La orina en la vejiga, aparte de su compleja composición normal de células madre y demás compuestos del plasma, es que una orina que tiene en su composición antibióticos y anticuerpos como múltiple respuesta de la vejiga urinaria a los conatos de infección de los microorganismos que intentan invadirnos desde fuera a través de la uretra.
Ahora bien, si la medicina convencional considera que la orina es una substancia de desecho, orina que por lo tanto va a ser descartada a efectos terapéuticos, ¿Qué sentido tiene distinguir la “orina final” que llega a la vejiga procedente de los uréteres, de la “orina final” almacenada en la vejiga y que se excreta al exterior a través de la uretra?
Tiene todo el sentido. Al efectuar un análisis convencional de orina, los resultados del mismo no van a referirse exclusivamente, como erróneamente se supone, al estado de salud o enfermedad del “cuerpo interno”, sino que también se reflejará el estado más o menos infeccioso del “cuerpo externo estanco”, representado por la vejiga.
Al no tenerse en cuenta la distinción entre la orina que llega a la vejiga procedente de los uréteres de la que sale por la uretra, tras haber sufrido una transformación y almacenamiento en la vejiga, habrá llevado con frecuencia a diagnósticos equivocados dado que se mezclan los resultados del “cuerpo interno”, con los resultados del “cuerpo externo”, representado por la orina, “orina final externa” de la que el cuerpo en su conjunto no tiene noticia.
En contraste, y a efectos de la terapia de orina, mediante la ingestión de la orina aportamos al resto del cuerpo, anticuerpos, células madre y otras derivados que solo pueden ocurrir en el interior de la vejiga. Lo cual quiere decir que la terapia de orina tiene todo el sentido posible ya que aporta multitud de elementos curativos elaborados “fuera del cuerpo”, en la vejiga. Todo lo cual explica el enorme poder curativo y revulsivo de la orina sobre todo el cuerpo. Además, el hecho de que la vejiga se comporte como “exterior al cuerpo”, hace que además de los efectos apuntados, pueda tener un efecto de auto-vacuna.