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¿SERÍA POSIBLE O DESEABLE LA SUPERVISIÓN DE LA TERAPIA DE ORINA POR UN MÉDICO CONVENCIONAL?

 

Una primera y rápida lectura del libro de Armstrong, “El Agua de la Vida, tratado sobre terapia de la orina (The Water of Life, a treatise on urine therapy,1944)”, puede darnos la impresión que se trata simplemente de una relación de casos inconexos, sin base o explicación alguna. Pero si leemos el libro despacio y con atención veremos como todo se va ajustando y explicando con máximo rigor científico y claridad expositiva.

A continuación vamos a exponer algunas reflexiones de Armstrong, sobre medicina en general, en base a una serie de citas literales sacadas de su libro.

Al principio del libro Armstrong confiesa que no tenía la más mínima intención de escribirlo, pero que finalmente había accedido a hacerlo porque se lo habían pedido repetidamente muchas de las personas que habían experimentado en sí mismas o en sus familiares y amigos los salvadores efectos curativos de la terapia.

Pero vayamos a la cuestión que planteamos como título del presente apartado: ¿Es posible o deseable la supervisión de la terapia de orina, esto es, de un ayuno de orina por parte de un médico convencional? A este respecto Armstrong expone lo siguiente:

La cuestión es cómo enfrentarnos al problema del paciente que ha dejado de creer en los tratamientos médicos convencionales y está dispuesto a probar una terapia alternativa, tal como la terapia de la orina. ¿Debería el paciente prescindir o no de los servicios del médico? Desde prácticamente todos los puntos de vista considero que sería mejor que no prescindiera de los servicios de su médico.”

No hay razón práctica por la que el descubrimiento, o mejor el redescubrimiento, de la terapia de la orina debe privar al médico del ejercicio de su profesión, aunque es un asunto que afecta totalmente a cada doctor individualmente.”

Este libro pone al doctor en conocimiento de los hechos y si, tras solicitárselo un paciente, su médico se negara a supervisar un ayuno de orina, no se me puede condenar a mí por ello. No es la primera vez que un paciente sugiere a su médico el tratamiento particular que desea intentar. ¿Y si resultara que la terapia de orina lograra resultados espectacularmente beneficiosos, no redundaría ello en un mayor prestigio del médico?”

Conforme a la experiencia de Armstrong y a la mía propia, una de las muchas ventajas de la Terapia de Orina es que no presenta nunca ningún tipo de efectos secundarios adversos, lo cual es muy natural, dado que nos estamos tratando con nuestro propia orina, cuya composición es muy similar a la de nuestro suero sanguíneo.

Por otra parte, un profesional médico que conociera y supervisara un ayuno de orina, daría una gran confianza al propio paciente. Tanto el paciente como sus allegados están llenos de temores, primero ante un diagnóstico, y luego ante la perspectiva de tener que enfrentarse a cualquier tratamiento, ya sea convencional o alternativo.

Ahora bien, incluso en el supuesto de que un médico estuviera dispuesto a supervisar una terapia de orina, Armstrong hace la siguiente severa advertencia:

Si a pesar de mis advertencias un doctor cree que puede combinar el ayuno de orina con medicamentos convencionales el resultado será un fracaso. Ya hemos visto que la terapia de orina es una cura de la naturaleza en el sentido más literal del término, y emplear al mismo tiempo medidas que son contrarias a la naturaleza no sólo sería totalmente ilógico, sino incluso peligroso. Sé esto por experiencia, no porque yo haya interferido el trabajo de la naturaleza, sino porque lo han hecho otros en cuanto me he vuelto de espaldas.”

Por tanto, creo sinceramente que se debe seguir esta advertencia. Pero siempre que se siga, vuelvo a repetir que la supervisión de un médico es deseable desde todos los puntos de vista. El médico no tiene que sentir ningún remordimiento ni una rebaja en su dignidad sólo porque esta terapia sea el resultado de los experimentos de un profano. Cualquier médico que conozca la historia de la medicina sabe la gran contribución que han tenido los profanos al avance de la medicina. El propio Pasteur era químico, no médico. “

En este sentido, y actualmente, podemos mencionar la hidroterapia y los tratamientos en balnearios. Muchos médicos convencionales no piensan que rebaje necesariamente su dignidad el recomendar algunos tratamientos “naturistas”, de probada eficacia, tales como la hidroterapia, o la balneoterapia.

Armstrong con gran optimismo, piensa que en un futuro, la eficacia de su terapia de orina al final se impondrá, y llegará a ser recomendada por la medicina convencional, como un tratamiento complementario. A este respecto Armstrong dice:

Por tanto, soy lo bastante optimista para pensar que en un tiempo no muy lejano habrá establecimientos en los que los pacientes sean tratados con la terapia de la orina, y en los que haya un grupo de enfermeras para cuidarles y darles los masajes de orina”.

¿Por qué va a estar la gente destinada a morir de gangrena y otras dolencias supuestamente incurables cuando es posible la salvación?”.

En realidad, todas las reformas y cambios amenazan intereses, pero al final los asuntos se ajustan. Pero para llegar a esto, ¿es justo que los intereses creados interfieran en el bienestar físico de la gente? Si pudiera pensar honestamente que los diversos aparatos que se ofrecen en el mercado, generado cuantiosos beneficios económicos a sus creadores, fueran realmente un medio de mantener la salud en lugar de meros paliativos, con frecuencia engañosos, sería el primero en alabarlos y recomendarlos ¿Qué interés voy a tener yo en desprestigiarlos, teniendo en cuenta que no tengo nada que vender?”

La gran ventaja de la terapia de la orina es que no cuesta nada y la pueden utilizar tanto ricos como pobres. Un gran número de personas sin dinero se están tratando ahora con esta terapia en sus propias casas, con la amable asistencia de parientes que les dan las frotaciones, sin qure el tratamiento les cuesta un céntimo”.

Por otro lado, como he dado a entender, las clínicas en las que se pudiera practicar la terapia de orina y en las que pudiera ser supervisada por médicos, serían de gran conveniencia para aquellos que pueden permitirse asistir a tales instituciones”.

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